En una noche que muchos madridistas querrán olvidar pronto, el Arsenal le pasó por encima al Real Madrid con un 3-0 que parece hasta corto. Fue un partido en el que los ingleses dominaron de principio a fin, especialmente en una segunda parte donde no hubo lugar para dudas ni excusas. El Emirates Stadium vivió una fiesta en la ida de los cuartos de final de la Champions League, mientras que los de Ancelotti mostraron una versión desconocida, carente de rebeldía, sin juego ni alma.
El Arsenal fue más en todo. Más serio, más valiente, más ordenado. Y tuvo a Declan Rice, que hizo dos goles para recordar y dejó al Madrid aturdido. El tercero, obra de Mikel Merino, dejó claro que esta vez no hubo milagro ni Courtois que salvara el desastre.
Un Arsenal Dominante Desde El Primer Minuto
Desde el inicio, los de Arteta tomaron el control del partido. Saka causó estragos por la banda de Alaba, y aunque no hubo gol en los primeros 45 minutos, el peligro era constante. El Real Madrid intentó calmar el ritmo con posesiones lentas, sin profundidad. No era una estrategia clara, sino una forma de sobrevivir.
La primera parte pudo parecer pareja si solo se miden las ocasiones claras, pero eso fue un espejismo. El Arsenal tuvo la iniciativa, propuso más, y aunque los centros de Saka no encontraban rematador, daban señales claras de que el gol estaba al caer.
El Madrid, en cambio, ofrecía muy poco. Vinicius y Rodrygo, desaparecidos. Mbappé, solo un par de veces activo por pases largos de Bellingham. Todo era un esfuerzo forzado, sin chispa, sin claridad.
Rice Rompe El Partido Con Dos Golazos
En la segunda parte, el Arsenal apretó el acelerador. El Madrid no supo cómo sostenerse y fue ahí donde Rice se lució. Primero, un tiro libre tras una falta innecesaria cerca del área. Rice le pegó con potencia y colocación, imposible para Courtois. Un golazo que rompió la resistencia blanca.
Doce minutos después, más de lo mismo. Otra falta, otra ejecución impecable del mediocampista inglés, esta vez desde la izquierda. El balón voló con efecto, superó la barrera y terminó en la escuadra. El Emirates estalló y el Madrid quedó completamente desarmado.
Para ese momento, el equipo de Ancelotti ya no existía en el campo. Alaba, Bellingham y Courtois intentaban contener como podían, pero era evidente que el barco se hundía. El tercer gol fue la confirmación de un dominio absoluto: Lewis-Skelly se filtró entre líneas, asistió a Mikel Merino, y este remató con fuerza para el 3-0.
Ancelotti Sin Respuestas, El Equipo Sin Reacción
Los cambios llegaron tarde y no marcaron ninguna diferencia. Lucas Vázquez entró, luego Fran García, pero el equipo seguía sin ideas. El centro del campo no generaba, la defensa sufría y los de arriba seguían perdidos. La entrada de Camavinga tampoco ayudó, y para colmo, terminó expulsado.
El Madrid ha tenido momentos bajos esta temporada, pero este resultado fue una llamada de atención que no se puede ignorar. El equipo no mostró actitud ni reacción. El ADN competitivo que tantas veces lo ha salvado en Europa, esta vez estuvo ausente.
Bien se sabe que el Madrid es especialista para salirse con la suya en momentos complicados, pero este resultado, sumado a la gran capacidad demostrada por el Arsenal, deja a muchos dudando de que este vaya a ser el caso en el Santiago.
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La Esperanza Blanca Se Reduce a la Épica
Con este 3-0 en contra, el Real Madrid necesitará un milagro en el Santiago Bernabéu. No se trata solo de marcar tres goles, sino de recuperar la identidad. El equipo parece agotado física y mentalmente, y ni siquiera Courtois pudo sostener lo insostenible.
La afición aún cree. Es el Madrid, y ya ha hecho cosas imposibles antes. Pero esta vez, la sensación es diferente. No es solo una remontada lo que se necesita, es reconstruir todo lo que se perdió en 90 minutos en Londres.
Quedan pocos días para preparar la vuelta. Será una noche de todo o nada. Una noche donde solo la historia puede servir como guía. Pero, si el equipo no reacciona, si no hay cambios reales, ni siquiera el Bernabéu será suficiente.
Porque para vencer al Arsenal, no basta con épica. Hace falta fútbol. Y el Madrid, con lo mostrado ayer, está muy lejos de eso.