El Real Zaragoza sufrió otra derrota dolorosa en La Romareda, esta vez ante el Oviedo, en un partido que dejó muchas preguntas sin respuesta. Después de una primera mitad prometedora, en la que los locales se pusieron 2-0 arriba, el equipo se desmoronó en la segunda parte, encajando tres goles que dieron vuelta al marcador.
Este resultado marca el séptimo partido consecutivo sin ganar, encendiendo aún más las alarmas sobre el futuro inmediato del equipo.
Una Primera Parte Que Ilusionó
La noche comenzó con un Zaragoza lleno de energía y claridad en sus intenciones. El equipo, bajo la dirección de Víctor Fernández, mostró un esquema renovado, apostando por un fútbol rápido y directo que le dio frutos rápidamente.
Francho Serrano, colocado como interior derecho, se convirtió en el motor del equipo, combinando creatividad con despliegue físico, mientras Liso y Adu Ares castigaban con su velocidad a la defensa del Oviedo.
El primer gol llegó gracias a un error del portero Braat, quien no pudo controlar un potente disparo de Liso que se coló entre sus piernas. Poco después, una jugada combinada entre Bare y Tasende terminó en los pies de Adu Ares, quien no dudó en enviar el balón al fondo de la red.
Con el 2-0 en el marcador, el Zaragoza parecía encaminado hacia una victoria clara, dominando tanto en el juego como en el ánimo.
La presión alta y la intensidad en los duelos individuales marcaron la diferencia en la primera mitad. Los centrales del Oviedo, Luengo y Calvo, sufrieron constantemente ante la movilidad de Azón y la profundidad de Liso, mientras que el mediocampo zaragocista recuperaba rápidamente la posesión.
La Romareda, que ha sido testigo de tantas noches difíciles, por momentos volvió a vibrar con ilusión.
El Cambio Drástico Tras El Descanso
Sin embargo, el panorama cambió por completo en la segunda parte. El Oviedo, dirigido por Calleja, realizó ajustes que transformaron el desarrollo del partido. El ingreso de Chaira y Cardero fue determinante, dando al equipo visitante una mayor solidez en el mediocampo y velocidad por las bandas. Apenas iniciada la segunda mitad, Chaira marcó un golazo desde fuera del área, colocando el balón en la escuadra y dejando sin opciones a Femenías.
El Zaragoza, que había dependido tanto de su físico en la primera mitad, comenzó a mostrar signos de desgaste. La intensidad que había sido su principal arma empezó a desvanecerse, y las decisiones desde el banquillo no ayudaron a contener el impulso del Oviedo.
En el ecuador de la segunda mitad, un penalti a favor del Zaragoza parecía la oportunidad perfecta para recuperar el control del partido, pero Keidi Bare falló desde los once metros, dándole un respiro al Oviedo y sumando otro golpe a la moral zaragocista.
El empate llegó poco después, cuando Alemao aprovechó un centro preciso de Cardero para marcar de cabeza. La defensa del Zaragoza, desorganizada y superada físicamente, no pudo responder al ritmo impuesto por los asturianos.
Con el 2-2 en el marcador, el partido se convirtió en un intercambio constante de golpes, pero mientras el Oviedo se mostraba cada vez más sólido, el Zaragoza parecía perder ideas y confianza.
Una Derrota Que Duele Más Allá Del Resultado
En los minutos finales, Chaira volvió a aparecer para sentenciar el partido. Con todo a favor, aprovechó un error en la salida del Zaragoza para marcar el 2-3 definitivo, desatando la celebración del Oviedo y dejando a La Romareda en silencio.
Este gol no solo selló el resultado, sino que también simbolizó la incapacidad del Zaragoza para cerrar los partidos, un problema recurrente en esta temporada.
La derrota deja al equipo en una situación crítica. Con solo una victoria en las últimas nueve jornadas, el Zaragoza se hunde en la tabla y ve cómo sus aspiraciones se desvanecen jornada tras jornada.
Víctor Fernández, aunque respaldado por su historial en el club, comienza a ser cuestionado por su falta de respuestas tácticas y por la inconsistencia en sus planteamientos. Los constantes cambios de esquema y la dependencia de un físico que no aguanta los 90 minutos han terminado por pasar factura.
⏹️ FINAAAAAAAAL en La Romareda. ¡VAAAAAMOOOOS, OVIEEEEDOOOO! 🙌🏻💙#RealZaragozaRealOviedo 2-3#VamosOviedo 🔵⚪#DíadePartido pic.twitter.com/2pKRsDQq20
— Real Oviedo (@RealOviedo) December 17, 2024
Reflexión Necesaria En La Romareda
La afición, cansada de promesas incumplidas y de un rendimiento que no corresponde a la historia del club, exige cambios inmediatos. No se trata solo de ajustar detalles en el campo, sino de replantear el proyecto deportivo en su totalidad.
El Zaragoza necesita recuperar no solo los puntos, sino también la confianza de su hinchada, que ha sido testigo de demasiadas noches decepcionantes en los últimos años.
Esta derrota ante el Oviedo es más que un simple traspié; es un recordatorio de que el club debe decidir hacia dónde quiere ir y cómo pretende salir de esta crisis. Sin un cambio radical, La Romareda corre el riesgo de seguir siendo escenario de derrotas que profundizan una herida que parece no tener fin.
